Comenzó en agosto de 1999. Antes había sido APOS y mucho antes, OSN. Los usuarios pasaron de 45.000 a más de 110.000 y atienden agua y cloacas
El servicio de agua potable en la capital misionera se inició (como muchas cosas) con un organismo de Nación: Obras Sanitarias de la Nación (OSN) fue el primero en empezar a dar agua potable a las familias. Luego, Misiones se transformó en provincia y OSN se fue y llegó la Administración Provincial de Obras Sanitarias (APOS). Y durante la movida menemista de años 90, la provincia se desprendió de varias empresas estatales. Así se fueron yendo Papel Misionero, el Banco Provincia y ya en las postrimerías de la ola privatista, llegó el turno de APOS.
Así irrumpió Servicios de Aguas de Misiones S.A. (SAMSA). “En Samsa invertimos en la vida”, es el eslogan de la empresa que tiene como actividad no sólo el agua potable sino también “las aguas negras” (como dicen en muchos lugares de América latina, por el servicio de cloacas).
La firma pasó a formar parte de Urbaser de origen español. Pero tuvo un cambio de mando y pasó a manos chinas. En 2016 se llevaron a cabo las negociaciones y el traspaso se concretó dos años después.
La operación, que si bien se concretó a fines de 2016, fue ratificada a principios del año siguiente y recién en 2018 tuvo trascendencia, consistió en la venta por parte de ACS, responsable de URBASER a un consorcio chino liderado por China Tianying (CNTY), una compañía líder en servicios ambientales.
El gerente general de Samsa, Christian Hilbert, expresó el impacto que produjeron. “La evolución lograda con proyectos, inversiones y más servicios con mejora continua significó que miles de familias accedieran a estos servicios, fundamentales para mejorar la calidad de vida de toda la comunidad”.
Según Luis Meyer, ingeniero en Marketing y Publicidad y gerente de Relaciones Institucionales de SAMSA, la empresa ha logrado incrementar la capacidad de producción de agua potable en un 129% desde el inicio de la concesión, mejorando así la eficiencia y la cobertura del servicio.
La concesión misionera, que finalizará en 2030, según el tipo de contrato vigente, dispone que las mejoras e incorporaciones de máquinas y equipos quedará en propiedad del Estado provincial al finalizar el tiempo acordado para la explotación.