La otra cara del derrumbe del gobierno de la Alianza en 2001, con números contundentes de los planes y supuestos auxilios financieros que estiraban la agonía nacional, se presenta en forma de novela. Eduardo Torres investigó los números y evaluó el impacto de la deuda externa. Así como la serie de Star+ (Diciembre de 2001) mostró un lado aquí se enuncia la parte financiera de la caída (con nombres y apellidos)
En junio de 2024, Star+ el canal argentino asociado a Disney emitió ‘Diciembre de 2001’, la docu-serie que recreó cómo fueron los días de la caída del gobierno de Fernando de la Rúa. Con personajes ficticios y los reales protagonistas, la serie recreó los dramáticos momentos previos al derrumbe no sólo de la Alianza que gobernaba, del presidente que estaba al frente sino también (y más cruel aún) el final de la convertibilidad que una década antes había impuesto Domingo Cavallo. El enterrador de este modelo -que igualaba el peso al dólar- fue su propio creador. Al que se le acabaron los conejos en la chistera (como cantaba Nano Serrat) y empezó con el corralito y terminó con corridas y muertes en los días previos a la Navidad de 2001.
Puede que el lector haya visto la obra de marras. Pero de no haberlo hecho, la recomendación es leer lo que a continuación se presenta como un adelanto exclusivo. En su obra Finalmente Dios se arrepintió, el escritor misionero Eduardo Torres vivisecciona desde otra óptica ese mismo período de la historia reciente del país.
Lo hace desde la perspectiva macro: cómo las relaciones con los organismos bilaterales de crédito y la influencia de la deuda externa fueron marcando los días previos a la caída de la convertibilidad y así sumar otra mirada al drama que vivieron los argentinos.
Vale la pena leerlo por la fundamentación en los datos.
Consideraciones del autor
Nadie puede negar la profunda influencia que tuvo la deuda externa en el desarrollo del país; fue un instrumento utilizado, a diferencia de otros países, como una herramienta de presión para restar soberanía política y enriquecer a una casta privilegiada en la misma proporción que condenaba a los demás argentinos a cumplir con los compromisos externos para “salvar” el honor de la patria. Como ya expresamos, la reiteración de los empréstitos solicitados, las condicione impuestas por los países y empresas usureras extranjeras avaladas e impulsadas por los organismos multilaterales y las consecuencias catastrófica que una y otra vez tuvo que soportar Argentina avalando, ocultando, falsificando asientos contables y, participando activamente como cómplice de múltiples actos de corrupción desde el primer hasta el último préstamo obtenido, nos señala la impunidad que tuvieron nuestros funcionarios para participar en – vale la paradoja – en esta “asociación ilícita legalizada” que torna inalcanzable a los protagonistas extranjeros y nacionales por una justicia limitada a ejercer su potestad sobre determinados sectores menos pudientes. De esta manera la expoliación continúa descaradamente en países como el nuestro, siendo la deuda externa la excusa para que los organismos multilaterales en su función de gendarmes de los países prestamistas puedan aplicar políticas que consoliden el sometimiento de Estados soberanos para transformarlos en simples colonias disimuladas con democracias adictas.
La caída de un presidente y de la convertibilidad
El presidente de la Rúa, optó por mantener la convertibilidad a pesar de la decadencia que mostraba durante la gestión menemista. Las expectativas de la población en el nuevo gobierno declinaban de la misma manera que lo hacía la convertibilidad. Por su concepción política era previsible que el presidente de la Rúa no tenga la capacidad de impulsar un cambio de rumbo en vez de seguir obedeciendo los mandatos del FMI. De manera que impulsó la reforma laboral con el fin de aumentar la productividad de los trabajadores y facilitar el empleo; esta iniciativa pronto se frustró cuando se hizo públicas las declaraciones del ministro de Trabajo, Alberto Flamarique: – “A los senadores, los arreglo con la Banelco” – y, casi simultáneamente, un anónimo le llega al vicepresidente Carlos ‘Chacho’ Álvarez donde se denunciaban coimas para la aprobación de la ley. El presidente, luego reorganiza su gabinete y nombra al ex ministro de Trabajo Alberto Flamarique como Secretario General de la Presidencia y, como consecuencia, el vicepresidente Chacho Álvarez presentó su renuncia en medio del escándalo y del desprestigio creciente del gobierno ante el incumplimiento del compromiso ético electoral de terminar con la corrupción.
Paralelamente a los sucesos descriptos en el párrafo anterior, la prensa publica declaraciones del senador Emilio Cantarero, quien expresó a la senadora Silvia Sapag: “Hay plata de los petroleros para aprobar la ley de hidrocarburos” (…) el sistema está pervertido (…) Todo el mundo viene y te pone la mosca” (Clarín, 20/9/2000). Lo notable es que el propio FMI avala esta conducta, cuando sus directivos aclaran, respecto a ese soborno, que ello es muy lamentable pero que la Reforma Laboral es muy importante y no debe anularse, aun cuando se pruebe su origen espurio” (Clarín, 25/9/2000). (n.t. Muy estadounidense la laxitud de la moralidad cuando se trata de conveniencias económicas)
Noemí Brenta – señala: – Apenas pasaron unos meses de gestión del gobierno de la Alianza (marzo de 2000), cuando ante la imposibilidad para atender los compromisos de la deuda, acordó una nueva deuda con el FMI por 10.6 mil millones de dólares en un marco de condiciones muy duras e intransigentes. El ministro José Luis Machinea lanzó un impuestazo, que cumpliendo – dice N. Brenta – la teoría económica más elemental, redujo el ingreso disponible y sofocó el atisbo de reactivación. El PBI cayó nuevamente, continuó la deflación y aumentó el desempleo.
Norberto Galasso – considera – que De la Rúa se limitó a administrar el modelo heredado del menemismo, de capitalismo financiero dependiente. Y los resultados a finales de 2000, no pueden ser otros que el agravamiento general de la realidad económica y social del país. Aumentó la recesión que ya existía en el gobierno anterior y en un año de gestión de la Alianza los indicadores desnudaron la incapacidad de encarrilar el rumbo de la recuperación; el índice de pobreza que en 1999 estaba en 21,5 % alcanzó el 28,9 % a fines de 2000, mientras el índice de indigencia en las mismas fechas pasó de 6,7 % a 7,7 % (Clarín, 3/2/2001). Aumentó la brecha entre los más pobres y los más ricos en dos puntos (Artemio López, conferencia). El ingreso promedio de los trabajadores cayó un 8,5 % (Clarín, 10/4/2001). Alrededor de 120.000 trabajadores perdieron su empleo (Clarín, 8/8/2000). El 20 % de los argentinos se quedan con el 53 % del ingreso nacional.
Una vez más se comprueba la inutilidad de las recetas del FMI como los indicó, oportunamente el premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz.
A pesar de los recortes de sueldos de la administración pública, el déficit fiscal se mantiene. Del presupuesto aprobado por el Congreso para el año 2001 por un monto de 51.895 millones de dólares se deben destinar más del 20 % (11.143 millones de dólares) a pagar los intereses de la deuda externa, mientras que las refinanciaciones internacionales son sometidas a sobretasas muy alta. Es así que en su oportunidad se realizaban operaciones financieras al 5 – 7 % y, en el presente del que hablamos se aplican intereses del 14 -16 % por la baja cotización de nuestros títulos públicos en un marco de riesgo país creciente.
(…) Esta lúgubre realidad en el ámbito financiero internacional se refleja en todo el territorio nacional. El ministro Machinea reclama a las provincias que reduzcan sus gastos considerablemente o – advierte que, de no suceder en dos meses se dejaría de pagar la deuda.
Los bancos nacionales mantienen alta la tasa de interés condicionado por la alta tasa de las operaciones externas, lo cual empuja aún más la recesión y condena a la quiebra a muchas pequeñas y medianas empresas.
En el último trimestre de 2000 – señala Noemí Brenta – se evidenció que Argentina no podría pagar los intereses y amortizaciones de la deuda externa del año siguiente. Para diciembre y con el fin de alejar el fantasma de la cesación de pagos y calmar a los mercados, el FMI organizó un “blindaje”, el cual significaba una puesta a disposición sin desembolso, cercano a 40.000 millones de dólares, que incluyó un acuerdo stand by con el FMI por 13.500 millones, préstamos de Banco Mundial y del BID por 4,8 mil millones, y 1.000 millones de España, cuyas empresas realizaron fuertes inversiones en la Argentina.
Norberto Galasso – señaló que: – “El blindaje consistió en un crédito extraordinario otorgado por FMI, el BID, el Banco Mundial, AFJP locales, bancos y el gobierno español, por 32.700 millones de dólares (que se convierten en 39.700 millones si se toma un posible canje de bonos por 7000 millones), puesto a disposición del gobierno argentino, para eventuales urgencias, condicionados a cumplir ciertas condiciones, a saber equilibrio fiscal, evitar nuevos endeudamientos, desregular las obras sociales e impulsar la flexibilización laboral. El blindaje opera a la manera de una autorización para girar en descubierto, otorgada por un banco que genera intereses a medida que va usando y que puede ser cancelado si la operatoria del cliente deja de ser seria y responsable. Con el blindaje, y hasta la suma convenida, el país podría obtener créditos a tasas casi normales, entre el 6 y el 8 %, lo cual resulta como un aval para otras operaciones sin sobretasas o con sobretasas menores. En teoría, bajarían también las tasas de interés internas y se reactivará la economía”.
El autor – señala – que Daniel Marx, el negociador de la deuda de siempre y protagonista de varios sucesos relacionados a esa negociación de características, cuanto menos, dudosa, “en su conversación con el secretario del Tesoro, Larry Summers, dejó en claro que, sin ayuda, la Argentina iba directo a la cesación de pagos” (Clarín, 15/1/2001). La intención de que el blindaje sirviera para evitar el default no se cumplió dado que, en un tiempo relativamente corto, los organismos internacionales consideraron que el gobierno argentino no cumplió con las obligaciones impuestas por lo cual el blindaje cayó, situación que provocó la renuncia del ministro Machinea, en marzo del 2001.
El nuevo ministro de Economía es un “duro” representante del liberalismo más ortodoxo, Ricardo López Murphy, quien planteó medidas extremas previsibles en las circunstancias de crisis terminal de la economía nacional y de la imposibilidad de cumplir con los servicios de la deuda. No quedaban alternativas al gobierno nacional, o cambiaba radicalmente el plan económico o aceptaba las impiadosas propuestas de López Murphy, aumentar el ajuste a los trabajadores, recortar gastos en general tal cual lo describe Atilio Borón citado en el libro de Norberto Galasso: “Había que cerrar sí o sí la brecha de dos mil millones de dólares y para ello no había otra alternativa que atacar con resolución ese engendro demoníaco que nuestros fundamentalistas identifican como la fuente de todos los males: el gasto público (…) Por ello, decidieron dinamitar la educación pública y descargar todo el peso de la crisis fiscal sobre los trabajadores” (Página/12, 18/3/2001). Ante la reacción popular y la debilidad presidencial, debilidad de gestión y de convicciones que le impidió dar un giro de ciento ochenta grados o profundizar las medidas sugeridas por el novel ministro que ya fueron exigidos por los organismos internacionales y que profundizaron la crisis; el presidente De la Rúa optó por despedir al recientemente nombrado ministro López Murphy, remplazándolo por Domingo Cavallo…
Luego de un prolongado silencio, Olga – expresó: – Me tomo la libertad de analizar el significado de la presencia de Domingo Cavallo como ministro de Economía en un gobierno Justicialista y posteriormente de un gobierno Radical. Cavallo, además de su ADN liberal, fiel representante de la escuela económica de Chicago, su paso por la Fundación Mediterránea, entre otros antecedentes significó una traición para los principios Justicialista de “Independencia económica, soberanía política y justicia social”, así lo sintieron los dirigentes y militantes peronistas, más aún cuando, la convertibilidad comenzó a fracasar y la promesa realizada por Domingo Cavallo de que la deuda externa no existiría a finales del siglo XX, contrastaba con uno de los apotegmas del General Perón de que “la única verdad era la realidad”, en función de que durante su gestión la deuda creció exponencialmente aun vendiendo todas las “joyas de la abuela”.
El mismo malestar y desilusión sintieron los radicales alfonsinistas, cuando el presidente De la Rúa lo nombró sucesor de López Murphy y muchos dirigentes radicales lo aceptaron a regañadientes, considerando la desesperada situación económica y recordando otra ingeniosa frase del adversario, el extinto General Perón, que había expresado: “Entre un malo y un bruto, optaba por el malo porque vio a muchos malos que se hicieron buenos pero, nunca vio a un bruto que se haya hecho inteligente”, y en el caso de Cavallo era malo e inteligente. Pienso, que luego de la presencia de Cavallo en el ministerio de Economía en los gobiernos de los dos partidos políticos más representativos, dio inicio a la descomposición de las estructuras partidarias; en el caso de Unión Cívica Radical se abocaron a las luchas internas a la cual siempre fueron y son muy propensos, soportaron también la deserción de muchos dirigentes, mientras que el justicialismo, más pragmáticos y tolerantes a los vaivenes ideológicos sufrió divisiones, deserciones y reconciliaciones. Si bien estos comportamientos resultaron normales para la dirigencia en general, no sucedió lo mismo con la sociedad sufriente por las frustrantes gestiones gubernamentales, dando así inicio a la germinación del desencanto con la política que, salvo algunos periodos de gobiernos, nos trajo hasta este presente donde candidatos mesiánicos de ultraderecha tienen altas probabilidades de triunfar en las próximas elecciones presidenciales por la desesperanza que generó la dirigencia política, alimentada por el poder fácticos a través de los medios de comunicación masiva, los cuales se encargaron de anular, desprestigiar y destruir cualquier proyecto político popular.
-Espero que sepan disculparme por trasmitirles mis reflexiones y entiendo y acepto que no acuerden con mis ideas – expresó Olga y – agregó: – Ahora bien, volviendo al nombramiento de Domingo Cavallo como ministro de Economía debo trasmitirle las expresiones de Noemí Brenta, quien – señala que el ministro exigió amplias facultades y que estos – superpoderes – se le otorgó al Poder Ejecutivo, por la ley 25.414 sancionada por el Congreso de la Nación.
La misma autora – señala que: – “con una estrategia más política, su discurso inicial se enfocó en la reactivación económica, siempre basada en el mantra de economía de la oferta, a través de planes de competitividad sectoriales, donde los empresarios, los sindicatos y el Estado se comprometían a bajar despidos, salarios e impuestos, respectivamente, para reducir los costos de producción y ganar competitividad internacional (…)
Por parte de Mario Rapoport (…) – señala: – “Cavallo, que había retornado al ministerio de Economía proclamando el déficit cero, que contrajo aún más el nivel de actividad económica y los ingresos fiscales; y realizó un ruinoso megacanje de títulos soberanos incrementando el endeudamiento. Continúa el autor explicando que: – El “Megacanje” no buscaba poner punto final al problema del endeudamiento argentino, sino que, tal como se hizo anteriormente con el plan Brady, trató de ganar tiempo a cambio de conceder títulos con mejor respaldo. Las tasas de interés implícitas resultaron ruinosas, llevando incluso a disputas judiciales debido a las acusaciones de ilegalidad…
Norberto Galasso, respecto al nuevo mandato como ministro de Economía de Domingo Cavallo – expresa: – El nuevo ministro se convierte en superministro, al recibir amplios poderes y en una pirueta de travestismo pretende ofrecerse a la sociedad como versión moderna del Keynesianismo, como si abjurase de sus ideas del pasado. Arbitra entonces una serie de emparches al –modelo -: Impuestos al cheque, eliminación de exenciones al IVA, amplitud a la convertibilidad al incorporar el euro al cálculo de la paridad y planes de competitividad. – Agrega el autor que, de igual modo, ratifica la política de déficit cero y anuncia una nueva negociación con los acreedores externos. Galasso Norberto – expresa: “Un viejo amigo de Cavallo llamado David Mulford, presidente del Credit Suisse First Boston, lo convenció –según lo admitió el ministro –de la necesidad de reprogramar la deuda argentina (Página/12, 18/3/2001). Así nace el – megacanje -.
Ante el cúmulo de vencimientos que se deben cumplir en los siguientes cinco años y ante la imposibilidad de cumplir con los mismos se negocia el canje de títulos de deuda externa por otros con vencimientos a mayores plazos, alejando el fantasma de la cesación pagos que rondaba en los círculos financieros. Esta negociación se logró por los “contactos” del flamante ministro Cavallo y que se presentó en el país como un verdadero logro… – Destaca Galasso Norberto, y me parece importante resaltar que el “contacto” de ministro es nada menos David Mulford con quien mantiene una amistad que le permite realizar este tipo de negociaciones y que para algunos significa algo más que un gesto amistoso sino, el 0.55 % de comisión sobre el valor de los títulos canjeados y que les permitió repartir 155 millones dólares entre los bancos y sus representantes.
Si analizamos el acuerdo, no podemos dudar de “valorar adecuadamente las gestiones amistosas”. Con el megacanje se rescataron 28.144 millones de dólares entregándose, a cambio, de nuevos títulos por 30.401 millones de dólares con vencimientos a mayor plazo. Esta operación significó que la deuda creciera en 2257 millones de dólares. –Agrega Galasso, que además se canjearon bonos Brady que tenían un interés del 6 %, por nuevos títulos con una tasa del 12 %. Es decir que del monto a pagar anualmente antes del canje era de 2890 millones de dólares en concepto de intereses, luego de la “exitosa” operación de megacanje se debe erogar durante más tiempo, 3677 millones de dólares. – Sin dudas – comentó Olga – un nuevo éxito para el ministro y “sus amigos”.
Noemí Brenta, en su libro lo presenta de la siguiente manera: – “El 1 de junio de 2001, el Ministerio de Economía canjeó 46 bonos viejo en pesos y en dólares con vencimientos entre el 2001 y 2005, por cinco bonos nuevos en dólares, excepto uno que se instrumentó en dólares o pesos, indistintamente, todos con mayores plazos y tasas de interés más altas. El gobierno tomó bonos viejos por 28.715 millones y colocó nuevos por 30.431 millones de dólares. Pero el aumento de capital más los intereses y los intereses sobre los intereses de la deuda estirada hasta 2.031 sumó 53 mil millones de dólares a la deuda”. – Agrega Noemí Brenta que: – “Las elevadas comisiones pagadas por los bancos intervinientes, las tasas altas pactadas, la escasa ventaja en diferir los vencimientos y el precio caro reconocido a los títulos canjeados generaron denuncias judiciales y un expediente de casi 50 tomos, que finalizó con los sobreseimientos de todos los banqueros y funcionarios. (Domingo Cavallo y Federico Sturzenegger firmaron el decreto 646/01 que habilitó la operación de megacanje. Wikipedia).
Para detallar el párrafo anterior, Noemí Brenta en su libro en pie de página explica el accionar de la Auditoría General de la Nación (P. 146) y – dice: – que la AGN planteó que este canje de deuda externa vulneró la Ley de Crédito Público por lo que debería quedar sin efecto (lo que no ocurrió). La AGN objetó que para postergar vencimientos hasta el 2005 por 12.850 millones de dólares se aumentó la deuda en más de 40.000 millones , que se pactaron tasas fijas muy elevadas con escasa ventaja en el plazo postergado y que la banca privada obtuvo 141 millones de dólares en comisiones, que la AGN juzgaba excesivamente elevadas y no pertinentes, porque muchos de los títulos canjeados estaban en manos de compañías vinculadas a los bancos, y los bancos públicos debieron ingresar el 50 % de sus títulos a través de los bancos privados, que se beneficiaron con comisiones por el canje de títulos en manos de bancos públicos. Además, el precio del Par Bond (Un bono a la par es un bono que actualmente cotiza a su valor nominal) era de $ 65 y se rescató a $ 69,5 y el Discount (descuento) era de $ 71,25 y se reconoció a $ 76 (…),}.
La situación caótica de país, la falta de recursos por la disminución brusca de la recaudación como la imposibilidad de cumplir con los intereses de la deuda, les conminó a las autoridades económicas a endeudarse más con tasas de interés más altas de 14 a 16 % en dólares…
-Discúlpenme nuevamente – dijo Olga y añadió: – Me cuesta creer que los organismos internacionales y sus personeros, los funcionarios de nuestro gobierno no asuman que ante cada crédito usurario que se nos otorga nos hundimos cada vez más y entregamos una parte de nuestra patria. Ni los financistas, ni nuestros ministros de Economía aspiran una patria soberana y es en función de los espurios intereses que defienden que ponen al país, en ese entonces, al borde del default y para evitar lo inevitable – relata Noemí Brenta que: – el gobierno lanzó otro paquete de ajuste, que el Congreso sancionó el 31 de julio de 2001 (Ley 24.453) de equilibrio fiscal cero, priorizando pagar en primer lugar a los acreedores y luego contemplar los gastos con los escasos recursos recaudados. (n.t.) En realidad, ni a los financistas internacionales, ni a los funcionarios liberales argentinos les importaba la miseria que soportaban los argentinos. En ese marco se aumentaron los impuestos y bajaron el gasto público desmesuradamente, crearon un impuesto sobre los débitos y créditos en cuentas bancarias. Se redujo el 13 % las transferencias del Estado Nacional a las provincias y en el mismo porcentaje, se bajaron los sueldos, jubilaciones y pensiones.
En septiembre de 2001, el FMI desembolsó 6,3 mil millones de dólares, sin exigir medidas para evitar la fuga. n.t. Esta “generosa libertad” no propia del FMI significó que se otorgó un nuevo crédito para los “de siempre”, los fugadores seriales cuyos fondos, sin duda alguna, terminaron en algún paraíso fiscal.
Norberto Galasso – señala que: – para noviembre del 2001 la desconfianza recorre los bancos y financieras y los rumores de default se extienden en todos los ámbitos, en tanto, muchos asumen el fin de la convertibilidad en medio de una escalada ascendente del riesgo país y de una descontrolada fuga de capitales los cuales reducen peligrosamente las reservas monetarias. – Informa el mismo autor en su libro que, entre enero y diciembre del 2001 se fugaron 13.000 millones de dólares. (Clarín 8,16 y 21 de noviembre de 2001).
Con suma testarudez el presidente De la Rúa y su ministro Cavallo se resisten a devaluar y abandonar los diez años de convertibilidad, como asimismo descartan toda posibilidad de default, a pesar de que el vencimiento en diciembre por 2.000 millones de dólares es inminente. El Ministro confía en sus amigos del FMI quienes, supone, aportarán 1.260 millones dólares, pero no puede soportar la desbocada fuga de capitales.
Por parte de los bancos, siempre interesados en sus utilidades y que, en su momento prestaron a altas tasas el dinero de los clientes y, ante las dificultades, no pueden devolver por la corrida de depósitos, deciden conjuntamente con sus casas matrices, olvidarse del “milagroso mercado” para recurrir, nuevamente, al Estado para que los auxilie en los difíciles momentos tal cual se comportaron, siempre, “los verdaderos liberales criollos”. Como consecuencia, el amigo de Banqueros, el inefable y poderoso ministro de Economía Cavallo y su laderos, Sturzenegger y otros viejos conocidos deciden el 1 de diciembre del 2001, confinar los depósitos bancarios de los clientes como única forma de frenar la incontrolable corrida; acción conocida popularmente como “corralito”, lo cual generó que los ahorristas frustrados y estafados por el gobierno volcaran su bronca en las calles, con cacerolas, gente de clase media y gente de clase alta se movilizaron junto al transpirado trabajador unido con la consigna “ que se vayan todos”.
Noemí Brenta –señala: – que Doce provincias, la Ciudad de Buenos Aires y el propio Estado Nacional, emitieron bonos de deuda para cancelar sus obligaciones, las “cuasimonedas”, que circularon ampliamente como medios de pago, y aliviaron la parálisis económica por la contracción monetaria obligada por la caída de las reservas según régimen de la convertibilidad. Destaca la misma autora la información brindada por las investigaciones de Llorens y Cafiero (2002) p.3. El estudio menciona entre los principales bancos que participaron del vaciamiento del sistema financiero al: Citibank, Banco Galicia, Banco General de negocios y BBVA.
En la desesperación del gobierno por evitar el desastre y ante la falta de envíos pactados de los fondos por parte de FMI, y otras instituciones, el ministro Cavallo captura los fondos de la AFJP y procura lograr el control cambiario para impedir más fugas de divisas, pero la fuga de capitales que ellos mismos avalaron en otras ocasiones, se comportaba como un caballo desbocado.
Según Norberto Galasso: – El ministro visitó nuevamente a directivos del FMI, y volvió con los rumores de un nuevo acuerdo condicionado a un ajuste más severo. Al circular los detalles del acuerdo logrado aumenta el descontento y las movilizaciones masivas multiclasistas. El gobierno se comprometió a ahorrar 4.000 millones de dólares mediante la eliminación del Fondo Docente, suspensión temporaria del aguinaldo, del PAMI y un fuerte recorte en los presupuestos provinciales en todo el país, la disminución del presupuesto de ANSES. (n.t.) Cualquier coincidencia con gobiernos futuros NO es casualidad.
Noemí Brenta, por su lado – indica que – entre septiembre y diciembre del 2001, salieron del sistema más de 6.000 millones de dólares. Cafiero Y Llorens – explica la autora – muestran que la disminución de los activos de los bancos privados explican más del 80 % de la caída del sistema, y la de los diez primeros bancos privados el 59 % del total (Ver comentario en párrafos anteriores donde se citan los principales bancos que participaron del vaciamiento del sistema financiero).
La autora – explica – que, en el último trimestre de 2001, el gobierno intenta organizar un nuevo canje de títulos y la consolidación de las deudas provinciales, para reestructurar el perfil de vencimientos y renegociar intereses, otorgando garantías extraordinarias, como la futura recaudación de impuestos. –Señala Noemí Brenta que – se renegociaron los títulos que estaban en poder de bancos y AFJP, y quedaron pendientes los tenedores externos. El 30 de noviembre del 2001, el Ministerio de Economía convirtió bonos y letras de la deuda pública por 50.044 millones de dólares en préstamos de los bancos (De este monto bonos por 41,1 mil millones de dólares se canjearon por préstamos de los bancos emitidos bajo legislación argentina, y 10,9 mil millones por préstamos provinciales. (Min. De Economía, “Minister´s Cavallo speech to International Investors”, 3 de diciembre de 2001.), garantizados con la recaudación de impuestos a los débitos y créditos bancarios y de la coparticipación federal. Esto significa que los bonos argentinos, que cotizaban muy por debajo de su valor nominal, recuperaron su valor pleno en los balances de las entidades, garantizados por la recaudación tributaria nacional. Estos bonos quedaron en depósito en la Comisión Nacional de Valores, y los contratos permitían retornar al bono origen. – Cierra el párrafo la autora – diciendo: – “Otra vez los banqueros salvados y el Estado hipotecado, mientras el ajuste estragaba vidas y gobernabilidad”.
A pesar de los esfuerzos, el malestar se extiende en todo el país, la inconsistencia del plan económico basados en un liberalismo mesiánico imposible de cumplirse en países en vías de crecimiento, situación que generó el malestar lo cual habilitó a que comenzaran los saqueos en distintas ciudades de país durante varios días. El 19 de diciembre el presidente De la Rúa pronunció un tibio e inútil discurso donde procuró calmar a la población, pero anunció la implantación del estado de sitio. Renuncia Cavallo luego de varios días de movilización popular acompañado del sonido rabioso de las cacerolas, símbolo del descontento social de la clase media.
Luego, la brutal represión genera las víctimas de la impericia evidente de los gobernantes y la rapacidad del poder fáctico, se cuentan alrededor de treinta muertos y renuncia el presidente De la Rúa.
El helicóptero lo estaba esperando.