Se fue de Posadas y se instaló en Chile. Y empezó a vender yerba mate en el país trasandino. Le fue bien. Pero nunca olvidó sus raíces. Junto a una Fundación, becan alumnos en SU colegio (como dice con orgullo), el Instituto Santa Catalina de Posadas. Y vuelve. Siempre vuelve y ayuda. Su último gesto: impulsar una jornada artística para ayudar al Hogar Madre Teresa de Calcuta, albergue de los más pobres
Sí se escucha el sonido de su apellido queda claro: Es dar y dar. “Dábalo con amor y desprendimiento”, puede parangonarse. Eso es Aldo Dávalos. Una persona que nunca olvidó sus raíces.
Días pasados, el Auditórium del Instituto Montoya fue escenario de un evento cargado de impactos. “Una noche llena de talento, emoción y compromiso, donde el arte se convirtió en un puente de solidaridad. ¡Gracias a todos los que hicieron posible este evento tan especial!”, dijeron los organizadoers.
La Gala, organizada en beneficio del Hogar de Tránsito “Madre Teresa de Calcuta”, permitió unir fuerzas en apoyo a una causa noble y esencial para nuestra comunidad. Y allí estuvieron tres colegios católicos de Posadas.
La velada incluyó emotivas presentaciones de estudiantes del Instituto Superior Santa Catalina, el Instituto Inmaculada Concepción y el Instituto San Ignacio de Loyola, quienes deleitaron a los presentes con danzas, cantos y representaciones artísticas de gran calidad. Además, se contó con la participación especial de Fausto Rizzani, quien sumó su talento a esta noche tan significativa. La apertura de la gala, en palabras del Papa Francisco, nos recordó la importancia de “soñar juntos” y de encontrar en el amor social una vía para transformar el mundo.
Las autoridades del Hogar Madre Teresa del Calcuta, encabezadas por su directora Mariana Basconcel, llegaron hasta Aldo Dávalos y la gente del Instituto Santa Catalina así como la Fundación Padre Francisco Wessling y pudieron concretar el evento que fue un verdadero suceso de convocatoria donde juventud y talento parecieron aunarse para producir un espectáculo único cargado de belleza artística que terminó haciendo las delicias de los cientos de presentes.
“Agradecemos especialmente al Hogar de Tránsito “Madre Teresa de Calcuta” por inspirarnos con su labor solidaria y a las autoridades del Instituto Superior Antonio Ruiz de Montoya por su colaboración y por brindarnos este espacio. Extendemos nuestro reconocimiento a los docentes y estudiantes por su esfuerzo y entrega, y a todos los presentes que hicieron posible esta velada tan especial”, señalaron desde el Instituto Santa Catalina.
El show fue un verdadero espectáculos. Muchos asistentes, incrédulos, no podían dar crédito a sus ojos y a sus oídos: parecían artistas profesionales que entregaban su canto, sus bailes, sus coreografías, junto a sus profesores de música.
Un verdadero y auténtico canto a la vida por parte de chicos auténticamente talentosos que vinieron a dar un mentís a todo aquello de que está “todo perdido”. Nada que ver.
Historia de un hombre resiliente
“Yo creo que la clave en mi historia personal es una palabra: resiliencia”, le contó a Martín Boerr el protagonista de esta historia en muchos aspectos: se trata de Aldo Dávalos, el empresario misionero radicado en Chile hace casi cuatro décadas y, por ende, prácticamente un desconocido en estas tierras, salvo por sus círculos comerciales y familiares más cercanos.
“Dávalos -un gigante que mide 1,90, y es de esas personas que cuando dan la mano, tiene que medir la fuerza- es hoy un exitoso emprendedor yerbatero en Chile, donde creó una cartera de marcas adaptadas al gusto y al paladar trasandino en sabor, en molienda y en packaging, que lograron imponerse”, contó en la nota de PlanBMisiones.
La historia de Dávalos es atrapante: nació en un hogar modesto, su padre era de Cerró Corá y fue de la Prefectura y su madre oriunda de Bonpland. “Vivíamos en una casa cerca de El Brete donde llovía y se inundaba todo, no sobraba nada, pero había mucha solidaridad”, explica en una entrevista en la redacción de Plan B, este hombre de 67 años que muestra mucha vitalidad.
Su contacto con Wessling
Dávalos refirió un hecho fortuito que le marcó para siempre: y para bien. Se trata de sus estudios, en el colegio Santa Catalina donde cruzó su camino con un sacerdote verbita llamado Francisco Wessling, que también enseñaba en el colegio Roque González.
“Nos formó, nos enseñó valores, coherencia, le debemos mucho”, señala. Y no lo dice por decir, el motivo de su visita a Posadas fue entregar 10 becas para estudiantes del Santa Catalina, y buscar devolver un poco de lo que recibió. Como no podía ser de otra manera, llevan el nombre de “Beca Francisco Wessling”.
Este año 2024, se otorgó la personería Jurídica a la Fundación “Padre Francisco Wessling S.V.D.”(A-5445), como así también, la aprobación de sus Estatutos y la autorización para su funcionamiento.
La Fundación permitirá continuar en el camino del servicio iniciado por el Padre Francisco, favoreciendo el acceso a una educación de excelencia para los hijos de familias de menores recursos, principio fundacional del Instituto.
Tiene como objetivo mejorar la calidad educativa, mientras promueve la inclusión, la equidad, la innovación, la capacitación, el desarrollo integral y el fortalecimiento de la formación en valores de los estudiantes del Instituto Superior Santa Catalina.
La historia de Dávalos incluyó en sus jóvenes 20 años trabajar con la firma Lillieskold. Era una empresa de Misiones fundada por un inmigrante sueco que tallaba fuerte en yerba mate, té, madera y transporte.
Era perito Mercantil, pero con muchos conocimientos técnicos. Lillieskold tenía molinos de yerba mate y té (y marcas), forestaciones, además comercializar camiones Mercedes Benz, estaciones de servicio Esso y hasta una financiera (Argenofin). Tenía aviones propios para trasladarse y una chequera abierta para volar en cualquier momento a Buenos Aires en Austral o Aerolíneas Argentinas.
“Fue uno de los grupos empresarios más grandes de Misiones en los años 70 y 80, pensábamos que era imposible que pudiera fundirse pero en este país puede pasar cualquier cosa”, recuerda.
Cuando le avisó a su patrón que tenía ganas de independizarse, éste le ofreció una representación en Chile. Y hacia allá fue.
A principios de los 90, ya en el declive final del grupo empresarial, don Jesper -de quien Dávalos habla con un gran cariño- le dejó la marca de yerba mate Anahí, muy reconocida en el mercado. “Esto es tuyo”, le dijo.
El empresario misionero, que ya trabajaba llevando yerba mate misionera a Chile, empezó a desarrollar lentamente su propia empresa con un gran olfato comercial.
Al principio le compraba la yerba molida a la familia Urrutia, y luego tras la muerte de Don Enrique Urrutia (en 2004) fue desarrollando otros proveedores. “Hoy también importamos la yerba desde Brasil”, explica.
Una de los grandes aciertos para ganar el favor del paladar chileno fue el tipo de molienda con el que fue probando hasta dar con el punto exacto.
Otro acierto de los productos de Anahí fue el packaging, diseñado para que luzca en las góndolas de los supermercados y autoservicios medianos y chicos. “Nosotros tratamos de evitar a las grandes cadenas comerciales, porque tienen un gran poder para imponer sus condiciones”, señala.
Así amplió a un abanico de marcas: Yiyi, Curitibana, Mapuche, Rodeo, Flor de yerba, Condesa y Guaratuba. Y allí están las alternativas: despaladas, con palo, orgánicas, Premium, compuestas, saborizadas.