En el siglo XIX, la inspiración que llegaba de los intrépidos viajeros inspiraba a los escritores y llevaba a los más aventureros a lanzarse en pos de nuevos territorios. Uno de ellos fue Adamo Lucchesi un toscano que se adentró en los montes misioneros y dejó su legado.
Estuvo muchos años en la selva misionera y sabía del valor que podía tener ese té verde que se consumía aquí. Y admitía que el monopolio inglés del siglo XIX podía ser cuestionado con este producto. Adamo Leone Lucchesi dejó su Italia natal y se vino para estas tierras. Volvió a Italia y allí se quedó: una de sus obras fue retratar esos momentos vividos con un libro. Que casi se pierde.
Si alguien gusta de conocer las calles de Posadas, hay una que homenajea a Lucchesi. Para ubicar, se halla muy cerca de las instalaciones de Vialidad Provincial.
Pero hay un detalle no menor sobre los constructores del pavimento en esas calles internas.
Exactamente donde se cruzan Pedro Morcillo y Adán Luchessi (está castellanizado el nombre) puede apreciarse un detalle no menor.
En el medio de la calle se yergue un robusto ejemplar de árbol.
Sí, los constructores tuvieron el delicado detalle de respetar a ese ejemplar (los que no tienen muchos adjetivos casi siempre le ponen ‘añoso’) pero en este caso, puede ser “soberbio” sin riesgos de parecer agrandados.
Y vale la pena que, nombre de la calle y el gesto de respetar la naturaleza se conjugan perfectamente para homenajear a Lucchesi.
En Pieve di Monti di Villa su casa natal se mantiene en pie.
Y si se va hasta el cementerio, el hombre que buscó descubrir los yerbales silvestres en Misiones, tiene su tumba con homenaje incluido.
El sepulcro está ornamentado con un monumento funerario realizado por un artista que en vida fue su amigo: Francesco Petroni. La obra escultórica, resalta las herramientas que signaron su estadía en Sudamérica: un machete y un hacha.
Su habilidad para internarse en la selva e investigar sus riquezas, le valen aún hoy el mote de “descubiertero”. Este término hoy está en desuso. El escritor Hugo Amable (un entrerriano que fue maestro en en Oberá y conoció al dedillos los modismos misioneros) en su libro Las formas del habla misionera explica: “el descubiertero es el que busca determinadas especies de árboles en el monte. Se orienta rápidamente hacia el lugar en donde se encuentra cada ejemplar de la especie buscada, por más oculto que se halle”.
Otro investigador, Raimundo Fernández Ramos, recuerda cómo eran las huellas iniciales en el viejo Territorio Naional. “Las primeras picadas (mínimos caminos en el monte) fueron abiertas por los exploradores y descubierteros. Hombres montaraces, conocedores de los recursos de la selva. Que sabían vincularse con las poblaciones nativas –hasta entonces al margen del contacto con las sociedades nacionales–. Los más renombrados de la época fueron Theodoro Gazpar (alemán), Joaquín Aramburu, Felipe Tamareu (brasileños), Adamo Lucchesi, Carlo Bosetti (italianos)”.
En septiembre de 2024, la Editorial Universitaria de Misiones presentó el libro de Lucchesi.
El relato de esa epopeya, entre otras, es parte del libro “En Sudamérica. Alto Paraná y Chaco” que Lucchesi escribió muchos años después ya de regreso a Lucca Italia, su ciudad de origen, donde falleció.
La obra editada por la Editorial Universitaria en conjunto con Neaconatus Ediciones, fue presentada la semana pasada en la Facultad de Humanidades de Posadas y es probablemente uno de los acontecimientos más importantes de los últimos años para los historiadores y para la construcción de la memoria de los habitantes de esta región.
Las memorias de viaje de este descubiertero, comprendidas entre 1870 y 1905 se publicaron en 1936, en Italia. El título de la obra fue Nel Sudamerica.
En 2019 en Bagni di Lucca, Italia, se presentó el libro “Adamo Lucchesi: L’esplorazione del Gran Chaco e i suoi pionieri” biografía escrita por la autora y docente italiana Ave Marchi. “Los itinerarios de Lucchesi permiten rastrear recursos de esas tierras, ricas en yerba. Un arbusto de cuyas hojas se obtiene una bebida generalizada de América del Sur. Y árboles altos cuya madera es de gran demanda para la construcción, industrias navales y para su uso en nuevas líneas ferroviarias”, relata la docente.
Y para continuar con las palabras de la autora y docente italiana Ave Marchi: “Lucchesi descubre vastos bosques de quebracho, una madera muy dura rica en taninos; se dedica al comercio tanto de madera como de yerba, de la que se obtiene el mate, bebida energética esencial para la dieta de América del Sur. El proyecto comercial es ofrecer mate en Europa y el resto del mundo, reemplazando el monopolio del té de Inglaterra en ese momento. Muchos de sus proyectos no tienen éxito, mantiene la fama de gran conocedor de la región; incansable explorador atento a los aspectos naturalistas y etnográficos de la población local. Elemento que lo une a varios estudiosos, quienes en esos años dirigieron su atención científica a Argentina, Paraguay y Uruguay”.
Así, desde Misiones se impulsó recuperar este material único. La traducción, a cargo de Carolina Repetto, y el impulso final de Gervasio Malagrida, hijo de Graciela Cambas, permitieron concretar este proyecto. La edición, que cuenta con un estudio preliminar elaborado por Graciela Cambas y Alberto Daniel Alcaraz, constituye una fuente invaluable para la investigación y preservación de la historia regional, con el que se aporta un testimonio que enriquece el acervo cultural del NEA.
Roberto Maack rescata la actitud de Lucchesi con respecto a su paisano Bossetti.
“Los escritos de Lucchesi denotan su perfil de explorador, de ir por la aventura de lo desconocido. Y ello queda claro en una anécdota que describe el propio autor. Ocurrió cuando con Carlo Bosseti, otro explorador italiano cuyo nombre lleva un salto de las cataratas, abrían la picada hacia Puerto Piray. En determinado momento, después hallar los yerbales de San Pedro, la relación entre ellos se enfría y deciden separarse.
Esto escribe Lucchesi: “La razón hay que buscarla en el idealismo desinteresado del que escribe el tomar parte en la expedición, en contraste con el objetivo progresista, pero interesado de Bossetti”.
Luego cuenta que Bossetti obtuvo el nombramiento de “comisario de los yerbales misioneros” de parte del gobernador de Corrientes (aún no se había realizado la irrupción del Territorio Nacional de Misiones).
“Solo quien escribe, más afortunado que el resto, conservó intacta su independencia e ideal virgen del servil encomio con el bagaje de los conocimientos adquiridos”.
Por esos años, el viajero y naturalista inglés Ernest Willian White encuentra a Lucchesi viviendo en una choza de maderas y tacuaras en el Alto Paraná. Escribe White (texto que también aparece en el libro): “Sabía de las artimañas del indio y pisó donde ningún otro hombre blanco lo hizo antes. Encuentra camino de su casa lagartos, mariposas de brillantes colores, loros parloteando en la foresta, tucanes volando sobre sus cabezas y enjambres de zumbantes mosquitos”.