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domingo, noviembre 16, 2025

Estudiantina 2025: el homenaje a Quinquela, La Boca y la creatividad de espaldares con globos

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«Es un viaje que respira los colores y los sueños de un pintor; es la esperanza y las raíces de un pueblo. Cada pincelada se hace danza, cada puerto se vuelve música y cada vida se transforma en memoria viva. El espectáculo nace de la historia de una comunidad forjada en la inmigración, el trabajo y la diversidad», con estos términos argumentan desde la Comercio 6 la temática elegida este año para la estudiantina, cargada de colores y tradición.

La Escuela Superior de Comercio N.° 6 “Mariano Moreno” presentó  Quinquela, Alma de La Boca, una puesta que combinó danza, música y diseño para rendir homenaje al legado de Benito Quinquela Martín. La fiesta se encendió con el candombe, el barrio de La Boca se reflejó en el tango y la fuerza del malambo acompañó la vida de los cuidadores del puerto. Todo bajo la paleta vibrante del pintor que transformó el arte argentino.

El espectáculo contó con la asesoría artística de Alejandrino Nicolás Vázquez, Rosina Fugazza, Alberto Palma, Mary Shelske e Ivanna Jaqueline Cabrera. La dirección musical estuvo a cargo de Lautaro Martel, mientras que el cuerpo de baile fue dirigido por Erika Verón.


Innovación en el vestuario: los globos como símbolo

Uno de los aspectos más llamativos del paso de la Comercio 6 fueron los trajes de las mascotas, cuyos espaldares reemplazaron las tradicionales plumas por globos de colores. En diálogo con, Alejandrino Nicolás Vázquez, uno de los asesores, contó cómo nació la idea y qué significado tuvo en el marco del espectáculo.

¿Cómo surgió la idea de reemplazar las plumas tradicionales por globos?
Ese diseño fue un aporte mío, al igual que el carro alegórico de los 60 años de la escuela, aunque siempre con aportes de todos. No podemos dejar de nombrar al profesor Alberto Palma, que desde nuestra adolescencia nos enseñó a trabajar con materiales, dibujar, usar colores y transformar cualquier cosa en un diseño. Muchas de nuestras creaciones son reflejo de ese aprendizaje.

El legendario Alberto Palma, reconocido asesor de la Comercio 6


La inspiración me surgió hace un tiempo, en una fiesta donde tuve que hacer un disfraz de payaso y usé un espaldar parecido. También reconozco que me inspiré en el show de Xuxa, donde ella lucía grandes espaldares de globos.

¿Qué relación buscó establecer entre la temática de Quinquela y el diseño de los trajes?
La relación está en todo. Los globos representan la alegría de los niños, y nosotros quisimos homenajear a los chicos inmigrantes que llegaban con sus padres a la Argentina, al niño del Riachuelo, a los que encontraban en esta tierra un lugar de esperanza. Además, los globos simbolizan el festejo: este año la Comercio 6 cumplió 60 años y, ¿qué fiesta de cumpleaños no tiene globos de colores? Era la manera de unir el homenaje a Quinquela, los niños y el aniversario.

–¿Qué materiales y técnicas usaron para que los globos resistieran durante el desfile?
Los colocamos en un espaldar de alambre forrado en forma de círculo, con porta plumas tradicionales. En lugar de las plumas, insertamos las varillas de los globos, y así se mantuvieron firmes toda la pasada. Un agradecimiento especial a nuestro tocadista Roberto Florentín, que nos enseñó a armar los espaldares: nosotros solo reemplazamos las plumas por globos.

–¿Cuál fue la respuesta de alumnos y familias al ver esta propuesta?
“Superpositiva. No paramos de recibir mensajes de apoyo, aliento y felicitaciones. Es muy emocionante ver cómo la comunidad acompaña cada una de estas ideas.”

–¿Cree que esta idea puede marcar tendencia en futuras ediciones de la Estudiantina?
No quiero sonar engreído, pero sí creo que la Comercio 6 siempre marca tendencia. Tenemos un equipo hermoso, donde cada uno cumple un rol, y los estudiantes trabajan a la par aprendiendo y aportando arte. A lo largo de mi trayectoria veo que la Comercio 6 saca algo nuevo y, al tiempo, se reutiliza en otros lugares. Eso nos pone felices, porque significa que gusta lo que hacemos.

–¿Aguantaron los globos toda la noche o se pincharon?
Aguantaron excelente. De hecho, muchos siguen inflados en el taller. Alguno que otro explotó por el tamaño o por los roces en la desconcentración, pero en general se mantuvieron perfectos. Están listos para salir en la próxima fecha.

–¿Cuál fue el costo aproximado de cada espaldar?
Muy económico: un paquete de globos de 100 costó unos 10 mil pesos; el alambre, 6 mil; y las varillas, que vienen en paquetes de 10, se usaron 17 en cada espaldar, a un valor de $2600 por paquete. Es una propuesta accesible que demuestra que se puede innovar sin necesidad de grandes presupuestos.

Un agradecimiento especial fue dedicado al Grupo de Coordinación: Carolina Rivas, Lara Trinidad, Celeste Martel, Sol Martel, Vega Darío, Sara Motta, Mauricio Ovando (Chori), Claudia del Valle, Basilio Zamora, Rivas Mathias, Roberto Florentín —tocadista de años de la escuela— y a Isabel Ansaldi, la modista. También a los papás, mamás, egresados y familiares que acompañaron e hicieron posible la magia de esta Estudiantina.

Con un espectáculo vibrante, colorido y emotivo, la Comercio 6 volvió a demostrar que tradición e innovación pueden convivir en la Estudiantina, transformando cada detalle en una verdadera obra de arte colectiva.

El hombre que inventó La Boca

Había sido abandonado por sus progenitores. Quizá su madre era una mujer joven y soltera que había quedado embarazada. Lo dejó en el Hogar de Niños Expósitos.

A los ocho años, fue adoptado por el matrimonio Chinchella: sí, en italiano eso suena ‘quinquela’.

Su padre adoptivo, Manuel, era genovés y criado en Olavarría. Su madre adoptiva, Justina Molina, entrerriana de Gualeguaychú y de ascendencia aborigen. Tenían una carbonería muy modesta. Benito cursó dos años de escuela primaria y empezó a colaborador en el negocio familiar. De adolescente ayudó a su padre en el puerto, como estibador.

La Boca y el arte

La Boca significó un especial deslumbramiento para Benito. El barrio era una auténtica Babel: había italianos, japoneses, chinos, uruguayos, yugoslavos, griegos, turcos y más. Ese incesante trajín del trabajo del puerto, un paisaje que no se parecía a ningún otro de la Ciudad de Buenos Aires -la arquitectura, los negocios y bodegones, las distintas lenguas que se escuchaban en los conventillos y tantas otras cosas- originó un eterno romance entre La Boca y Quinquela.

En ese barrio variopinto, la cultura era parte de la vida cotidiana. El ejercicio del arte era cosa de todos los días. Benito, en tanto que repartía su tiempo entre la carbonería y el trabajo en el puerto, garabateaba y ensayaba algunos dibujos con el carbón y “con una ignorancia enciclopédica”, como el mismo iba a va a reconocer.

El primer pincel que tomó en su vida fue a los 14 años, en 1904. Su vocación se afirmó con el ingreso a la academia Pezzini-Stiatessi, una de las tantas instituciones proletarias del barrio. Allí se enseñaban diversas disciplinas, entre ellas dibujo y pintura. El pintor Alfredo Lázari fue el gran maestro de su vida, con quien desarrolló definitivamente su vocación.

En 1918, expone en la Galería Witcomb y en 1919, por primera vez, expone en el Jockey Club.

Tras obtener el tercer premio en el Salón Nacional de 1920Benito Chinchella, decide que “hay una chinche que me molesta”, y cambia su nombre a “Quinquela”, con el que es reconocido universal y eternamente. En ese momento realiza su primer viaje patrocinado como artista a Río de Janeiro.

En 1922 traslada su taller a Pedro de Mendoza 2087, donde comparte trabajo y momentos con Miguel Carlos Victorica y Fortunato Lacámera. Un año después, realiza su primera exposición en Europa, en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.

El mundo entero lo reconoce: París en 1926, Cuba y Nueva York en 1928, Italia en 1929, Londres en 1930.

En 1938 se inaugura el Museo de Bellas Artes de La Boca, y Benito instala definitivamente su taller en uno de los pisos altos. Enfrentó grandes dificultades para poder donar y crear el Museo, debido a la oposición de otros artistas de su época. Pero esto no fue impedimento para lograr sus objetivos: “La lucha fue brava. Pero a mi juego me llamaron. 

El que se anima a acercarse a su estudio… todo está tal como entonces. Fallecido en 1977, Quinquela dejó su casa-museo lista para ser visitada.

Esta obra de Fortunato Lacámera ilustra cómo era la vista que tenía a diario Quinquela Martín.

Desde allí se ve el Riachuelo y en la planta alta están los elementos de pintura que supo utilizar.

El diseño de su propio cajón ataúd

A los 86 años, murió el 28 de enero de 1977. Sus restos fueron enterrados en un ataúd que él mismo fabricó, porque decía «que quien vivió rodeado de color no puede ser enterrado en una caja lisa». Sobre la madera, había pintado una escena del puerto de La Boca.

“La Boca es un invento mío” decía el pintor que, a pesar de cierta resistencia académica de la época, fue quien le dio forma plástica a uno de los barrios porteños más conocidos y visitados.

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