En lo que va del año, la nafta súper aumentó aproximadamente un 41,2% y la premium un 31,3%, superando la inflación acumulada (IPC) del 27,9% registrada hasta noviembre. Pese a las promesas del gobierno, el aumento de la carga impositiva se constituye en uno de los factores del encarecimiento de los combustibles. En Argentina se paga más caro que en lugares donde no tienen petróleo a diferencia de la mayoría de las naciones petroleras
No es necesario hablar de Venezuela (3 centavos de dólar = 44 pesos argentinos) o de Bolivia (50 centavos de dólar = 742 pesos argentinos) sino de Brasil (94 centavos de dólar = 1395 pesos argentinos), Estados Unidos 80 centavos de dólar (1188 pesos argentinos) o Rusia con 83 centavos de dólar (1232 pesos). Si se va a naciones sin petróleo el valor del combustible está por debajo del de la Argentina. ¿Cómo es posible eso? ¿Para qué Argentina tiene petróleo si después castiga a sus ciudadanos con uno de los valores más altos para un país productor?
Todo esto puede resumirse en: Los precios de las naftas y el gasoil aumentaron por encima de la inflación acumulada en lo que va de 2025. El litro de nafta súper escaló 41,2% y el de premium 31,3%, a nivel nacional. Mientras que el índice de precios al consumidor alcanzó 27,9% hasta noviembre, según datos del INDEC.
Cabe recordar que en agosto, la petrolera YPF tomó la decisión de dejar de informar los aumentos de los combustibles, a partir de la aplicación de una nueva tecnología para segmentar los precios en surtidores según la demanda y la zona, entre otros factores.
Todo este incremento se da en un contexto en que el Gobierno oficializó recientemente una nueva prórroga parcial en la aplicación de los ajustes de los impuestos a los combustibles líquidos y al dióxido de carbono.
En una palabra, pese a que el candidato Javier Milei dijo que venía a bajar (o eliminar) impuestos, no sólo no los ha quitado sino que continúa aplicando el torniquete y sacando el jugo a la clase media argentina.
Desde el Gobierno justificaron la medida, que mantiene “vigencia” desde 2018, al afirmar que “con el propósito de continuar estimulando el crecimiento de la economía a través de un sendero fiscal sostenible, resulta necesario, para los productos en cuestión, diferir parcialmente los incrementos remanentes originados en las referidas actualizaciones”.
Un galimatías inentendible, claro está. Por otra parte, los aumentos en los surtidores no siguieron la evolución del precio internacional del barril de petróleo, que descendió de u$s 74 a u$s 64.
En YPF suelen explicar que los ajustes no solo responden a esos valores de mercado sino que también a la variación del tipo de cambio, el impuesto a los combustibles y precios de los biocombustibles.
En una palabra: no sólo que se cobra más caro que en los países que no poseen un centímetro cúbico de petróleo sino que además las subas se dan en el marco de un descenso del precio del barril (!)
Como no podía ser de otra manera, Misiones tiene uno de los precios más altos del país (combustibles premium se hallan en torno a los 2000 pesos = 1,38 dólar por litro!!!) y una caída en el consumo. A nivel territorial, solo 6 de las 24 jurisdicciones registraron incrementos interanuales: Neuquén (4,5%), Buenos Aires (3,9%), San Juan (3,5%), Santiago del Estero (1,8%), San Luis (1,7%) y Río Negro (0,6%). En el extremo opuesto, 18 distritos mostraron descensos interanuales, con Misiones y Corrientes encabezando las mayores bajas, ambas de dos dígitos señaló un informe nacional.
La clase media sigue esperando la quita de impuestos en los combustibles. ¿Llegará? Por lo pronto, tampoco se coparticipa este dinero que recaudan y las rutas se hallan cada vez en peor estado.
