Tiene solo 21 y un fusil en la mano. Una bala le rozó la oreja y cae al piso de la cantina donde está peleando. Llora un poco y dice: ¿qué hago acá? Después se sacude, agarra su fusil de vuelta y sale a luchar por su vida. Eduardo Chavanne no sabe que al posar así tendrá que usar esa arma para defender su vida y evitar que unos guerrilleros maten a todos dentro del Batallón en que se se encuentra. "Nos decían 'ríndanse, no es con ustedes' y yo tenía a mi compañero acribillado junto a mi". Fue en democracia. Y los atacantes que se salvaron 30 años después cobraron indemnizaciones de unos 250 mil dólares.
