No pudo más. Siete días "yirando", buscando comida y solo tenía unas púas clavadas en el borde de su boca. "Ah, allá está mi cuidador... y tiene comida en su mano... Allá voy", dijo Arana y así la historia de su escape y paseo por los montes del Parque Iguazú tuvo un final feliz