Encarnación, Paraguay, vuelve a ser recordada por uno de los episodios más trágicos de su historia: el tornado de 1926. Una recreación realizada con inteligencia artificial permite dimensionar la magnitud del fenómeno que arrasó la ciudad con vientos superiores a los 250 km/h y dejó una profunda huella en la región.
El video fue subido en la cuenta de Jose Alcides Baez (El video corresponde a: @jozeroth)quien se dedica a realizar este tipo de contenidos con inteligencia artificial.
El tornado, considerado de categoría F4+, destruyó viviendas, comercios y edificios públicos en cuestión de minutos. Se estima que entre 300 y 400 personas perdieron la vida, y se convirtió en una de las mayores catástrofes naturales registradas en Paraguay.
La reconstrucción digital busca mostrar con precisión la violencia del evento y su impacto en la vida cotidiana de los habitantes.
Fue una infernal víspera de primavera de 1926. El tornado llegó luego de varios días de lluvia que no lograban aplacar el sofocante calor, indican publicaciones de la época.
A las 18:30, la ciudad se oscureció, la lluvia avanzaba con vientos huracanados y del sureste, sobre el río hubo como un fogonazo que fue el inicio de lo que se denominó “el infierno en la ciudad”.
El torbellino ingresó a la Villa Baja a través del muelle, que fue destruido en cuestión de minutos, así como las construcciones aledañas. Ahí murieron las primeras víctimas, presuntamente.
Luego de la larga noche, llegó el amanecer pero sin alivio alguno. Aun entre lluvias y relámpagos se comenzaron a escuchar los lamentos y pedidos de auxilio de las personas que quedaron a la intemperie o, incluso, atrapadas entre los escombros de las viviendas y comercios.

El sacerdote José Kreuser y Jorge Memmel cruzaron el río Paraná hasta Posadas para pedir ayuda en medio de la desesperación. l gobernador de Misiones, Héctor Barreyro, organizó rápidamente un operativo de asistencia.
Recursos Enviados: Barcos, médicos, enfermeras, botiquines, ropas y alimentos partieron desde Posadas hacia Encarnación.
Toda la villa baja de Encarnación, como se la conocía a la zona, quedó en ruinas; sólo seis viviendas permanecieron en pie, pero con severos daños.
Según ABC Color, el ferrocarril marcó un tiempo récord, y arribó a Encarnación en 7 horas desde Asunción, en una carga con médicos, medicamentos, víveres y otros insumos, mientras las autoridades locales y la población en general asistían a las víctimas de la tragedia.
Días después, los hallazgos seguían siendo macabros y espeluznantes, tanto que Encarnación fue denominada como “la ciudad del Apocalipsis”.
Cuerpos inertes entre los escombros, familias enteras desaparecidas y hasta cuerpos decapitados en la copa de los árboles era el panorama que se vivía hace casi cien años.
Luego de la tragedia, también se conocieron historias de milagros, de personas que se salvaron o salvaron a su familia. Una mujer relataba que gracias a que permaneció debajo del marco de una puerta ancha y de madera maciza se salvaron ella, su hijo y su niñera, mientras que una chapa cayó sobre la cuna de otro de sus hijos, lo que no permitió que los escombros cayeran directamente sobre él y también sobrevivió.
Los héroes
En medio del desastre, surgieron gestos de heroísmo. Figuras como el padre José Kreusser, Jorge Memmel y Juan Pedotti se destacaron por su valentía al socorrer a los heridos y organizar la asistencia inmediata. Sus acciones quedaron grabadas en la memoria colectiva como símbolos de entrega y solidaridad.
La tragedia también fortaleció los lazos entre Encarnación y Posadas, ciudad al otro lado del río Paraná. Desde Misiones se enviaron equipos médicos, se suspendieron actividades oficiales y se utilizaron barcos y transbordadores ferroviarios como hospitales flotantes para atender a los damnificados. Esa respuesta marcó el inicio de una relación histórica de cooperación entre ambas comunidades. La respuesta de Posadas fue crucial para el auxilio inicial, con el gobernador Héctor Barreyro organizando un operativo inmediato de barcos, médicos, alimentos y ropas que cruzaron el Paraná, lo que se recuerda como un acto de gran hermandad y solidaridad que ayudó a salvar muchas vidas en medio del caos, complementado luego por la asistencia desde Asunción vía ferrocarril.

Como muestra de agradecimiento, en 1929 se inauguró un monolito en el Parque República del Paraguay de Posadas, donado por la comunidad paraguaya residente en Misiones. Décadas más tarde, en 2006, la capital misionera declaró el 26 de septiembre como el “Día de la Confraternidad y Solidaridad entre Posadas y Encarnación”, reforzando el lazo nacido en la adversidad.
La recreación con inteligencia artificial no solo revive imágenes del desastre, sino que también invita a reflexionar sobre la capacidad de los pueblos para sobreponerse a la tragedia. Encarnación y Posadas mantienen viva la memoria de aquel tornado, transformando el dolor en un legado de unión y esperanza compartida.
Fuentes. José Alcides Báez, ABC Color y Última Hora











